1. En un recipiente metálico con capacidad para 2 litros, idealmente más ancho que alto, se pone a hervir una taza de agua y una taza de arroz agregándole dos cucharadas de azúcar blanco hasta que el arroz quede “al dente”, es decir, que se haya evaporado toda el agua pero que el grano de arroz continúe estando duro. Este proceso se emplea para disolver incompletamente la amilosa y la amilopectina, que son las dos cadenas largas de polisacáridos constituyentes de la molécula de almidón.
2. Una vez que el arroz está listo se deposita en un recipiente de vidrio o de plástico transparente de manera que cubra unos 2 cm del fondo. Lo tapamos inmediatamente para aprovechar la temperatura como método de eliminación de patógenos del recipiente.
3. Para la colocación de la trampa se prepara un trozo de malla mosquitera, de un tamaño mayor a la boca del recipiente, que se colocará por debajo de la tapa, y se sujeta con una goma asegurándonos de que la malla quede bien sujeta bajo la tapa.
4. La trampa se debe enterrar 5 cm por debajo de la superficie de la tierra a diagnosticar y marcar con una señal para su fácil identificación posterior.
5. Al cabo de 3 a 7 días, dependiendo de la temperatura y humedad del terreno, se extrae la trampa para ver el grado y diversidad de colonización.
1. Conocer la diversidad microbiológica de nuestra tierra. Una vez terminada la fase de colonización (3 a 7 días, en función de la época del año), dependiendo de la diversidad de coloraciones y formas del micelio, podemos conocer la diversidad microbiológica que tiene esa tierra. A mayor diversidad de formas y colores mayor es la diversidad. Por lo tanto, es más resistente al desequilibrio de algún microorganismo específico.
2. Reproducir microorganismos benéficos de las zonas más saludables de la huerta, matorrales o bosques. Si conocemos zonas de nuestra huerta en las que el desarrollo de los cultivos es mejor que en otras podemos establecer una trampa de arroz para capturar esa microbiología y, posteriormente, multiplicarla para establecerla en las zonas más pobres de la huerta o donde tengamos mayor problema de enfermedades. También podemos hacerlo en una zona arbustiva, matorral o bosque cercana a la finca donde no exista intervención humana y en la que los árboles se vean saludables. Una vez que se ha colonizado la trampa, cubriendo toda la superficie del arroz, se procede de la siguiente manera:
3. Identificar la fauna microbiológica que está dañando a nuestros cultivos. Si tenemos plantas en nuestra huerta que sufren de marchitamiento, manchas de color marrón o presencia de zonas más oscuras podemos utilizar una trampa de arroz como diagnóstico para saber qué tipo de hongo les está afectando. Con un microscopio básico se puede identificar a través de las estructuras del micelio el hongo que esté afectando a nuestro cultivo.
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